Grabada la huella del chiquitín de la familia, no podía quedarse el
mayor sin inmortalizar su preciosa manita (ya muy grande con seis años que tenía)
así que nada mejor que dedicar una tarde a las manualidades y realizar
juntos unos colgadores de viento para los dos.
Se lo pasó genial amasando y creando dinosaurios (entonces era su pasión) con moldes de galletas.
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