"Acojo a mi niña en su dolor" (2012)
Óleo sobre lienzo 41x33
Todos los padres intentamos hacer lo mejor para nuestros hijos. Los queremos con toda el alma, los cuidamos y protegemos como sabemos o podemos, aunque muchas veces no sea lo que realmente necesitan como seres individuales, únicos e irrepetibles que son. Pero claro, sólo podemos ofrecer lo que tenemos.
Nuestros padres nos amaron y atendieron con todo su corazón, en base a lo que ellos habían aprendido, vivido, sentido siendo niños y adultos,... Igualmente nos dieron todo lo que podían y como sabían hacerlo, es imposible de otra manera.
Pero a veces, las circunstancias de la vida, hacen más dificil ese dar y recibir, y nuestra Niña Interior, como niña indefensa y vulnerable en su momento, guarda todo ese desamparo en su corazón esperando que algún adulto ponga palabras a su dolor que le hagan comprender realmente qué le pasó.
Por eso, cuando nos encontramos perdidos, cuando sale nuestra sombra y todo lo vuelve oscuro, tal vez sea la voz de esa niña buscando atención y consuelo. Es nuestro momento de, ya como adultos, acoger a nuestra niña herida y permitir su llanto, su rabia y su expresión, acogerla incondicionalmente y amarla tal cual es: una niña pura e inocente, traviesa y juguetona , un ser perfecto de amor y luz.
Recordémoselo cada día, guardémosla en nuestro corazón y nunca la volvamos a abandonar.
Recordémoselo cada día, guardémosla en nuestro corazón y nunca la volvamos a abandonar.
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