Por fin comienzo
a terminar algunos de los encargos. En este óleo, aunque de pequeñas
dimensiones, las figuras geométricas han llevado lo suyo.
La primera vez
que oí la palabra “Chakra” fue en clase de yoga. Esta palabra procede del
antiguo sánscrito y significa “rueda de luz”. Se refiere a la energía que rodea
y que se encuentra dentro de todos los seres vivos, formando un torbellino que
gira y que se crea cuando energía magnética procedente del núcleo terrestre asciende
y se encuentra con energía eléctrica que está descendiendo desde el cosmos. Esta
rueda formada por ambas fuerzas, impulsa nuestra fuerza vital.
Cada chakra está
ligado a un elemento y se corresponde con una serie de diferentes cualidades y
sustancias. Los seres humanos actualmente presentan siete chakras mayores y
veintiún chakras menores y, además, todos los puntos de acupuntura actúan como chakras.
Esta manera de
entender la energía está basada en los conocimientos antiguos, que consideran
que todos los seres vivos son energéticos y espirituales en su origen.
He hecho varios
cuadros de los siete chakras y es que me encanta pintar sus colores, los
colores intensos del arcoíris…es como si llenara todo mi cuerpo de luz y color,
un gran arcoíris en mi ser. Espero lo disfrutéis tanto como yo.
Boceto
2006: Preconcepción consciente. El encuentro de tres almas.
Óleo
sobre tabla 46x38.
SINTIENDO TU ALMA
Veo tu ser cómo se
expande alrededor.
Veo tu espíritu.
Siento tu alma,
cómo me mira, cómo me
toca.
No eres tú,
es tu esencia que
flota en torno a mí,
que mece mi fantasía,
mi ansia de vida.
Miro tus ojos
tan bellos, tan
conocidos,
pero no de ahora, de
esta vida
sino de eternidad.
Me hablan sin
palabras,
me dicen que me
quieren,
que siempre han estado
ahí.
Eres tú, el de siempre.
Siempre has sido tú
en mis sueños,
en mi despertar.
Siento tu energía.
Mueves mi energía,
mi energía espiritual
sensible.
Siento tu alma.
Cuando se
toma una decisión de corazón y se implican dos almas en la llamada al Universo
de compartir el camino con otro ser, ya no hay vuelta atrás y ese instante de
compromiso y profundo amor es un legado para toda la existencia.
Aunque el
cuadro lo finalicé en el 2011, el boceto lo realicé en agosto de 2006. Tras el
mágico instante de Unión Sagrada, cuando se cruzan las fronteras del consciente
y del inconsciente antes de llegar al sueño, en esa especie de duermevela, esta
imagen vino a mí... Una auténtica conexión con el milagro que estaba sucediendo!
El
nacimiento de mi hijo fue tras un parto respetado, envuelto en luz tenue,
velas, música que había escogido para ese momento y escuchado durante el
embarazo, que hiciera sentirme bien y conectada con mi ser y mi naturaleza, a
una temperatura apropiada para su acogida y acompañada de personas que me
aportaban confianza y apoyo.
Así llegó Arán, con el canto de la ballena
vibrando en ondas de vapor de agua y su madre intentando rescatar su poder
ancestral de mamífera.
A él le
gusta llamar al cuadro “La ballena cantarina”.
A
este cuadro le tengo un especial cariño por ser uno de mis primeros óleos y el
primero en plasmar un poquito de mí. Aunque sea una versión de “Adán y Eva” y
“Las tres edades de la mujer” de Gustav Klimt, incluye muchos elementos
personales.
Lo
comencé en el verano de 2001. Por entonces estudiaba en la universidad de
Alicante y pintaba de verano en verano entre la época de exámenes. Mi tercer
verano, mi tercer óleo, tras un paisaje de una cascada de una foto y una
versión de “La noche estrellada” de Van Gogh. Todos hechos explorando la
técnica, probando, descubriendo… conforme a unos libros que leí de la
biblioteca. Tardé tres veranos más en acabarlo… ¡pintaba tan pocos días al año!
Mi
primer cuadro de grandes dimensiones y en el que me permití en parte de él “crear
sin mirar”.
Representé
la Vida.
El
Amor.
La
maternidad.
La
paternidad.
La
naturaleza.
La
oscuridad y la luz.
Y
las energías invisibles que lo envuelven todo.
La
unión hombre-mujer. Una enredadera fuerte y robusta, más material.
El
vínculo madre-hij@. Una enredadera sutil, más tierna y delicada, pero muy resistente,
más instintiva.
El
hombre tras la mujer. Contención de la madre, sustento y apoyo de la diada
madre-bebé, permitiendo la total fusión entre ambos.
En
un principio como fondo surgió el cielo, una gran nube, el mar, la arena rojiza
y la tierra repleta de flores silvestres de mil colores. Simboliza la unión del
ser humano con la naturaleza, el sentido de unidad con ella ya que somos la
misma esencia.
Las
estrellas y rayos de luz. La magia, la fantasía, el chi que está en todas las
cosas de la creación, en la naturaleza y en el ser humano.
Ahora,
con los años, veo los elementos y los reinos de la naturaleza. Aire, agua,
fuego, tierra y éter. Al igual que tras la maternidad, los libros que leí durante
el embarazo y la crianza y la formación de doula, he podido poner nombre a lo
que ya había pintado y saber que todo está en nuestro interior, aunque no
sepamos expresarlo verbalmente.
Es
increíble como un mismo cuadro visto en diferentes épocas de nuestra vida nos
puede hablar de cosas que antes no nos habíamos percatado. Cómo los mensajes
del universo nos llegan en el momento exacto que somos capaces de procesarlos. Cómo
todo está ante nuestros ojos esperando nuestra atención consciente para poder
verlo y aprovechar al máximo esa oportunidad.
Doy gracias a la vida por la
magia cotidiana que circula a mi alrededor y a veces me cuesta tanto apreciarla
y conectarme con ella.
Actualmente estoy realizando unos
encargos y los cuadros del curso de Pintura de Inspiración, así que pintando,
pintando no subo nada nuevo...pero prometo mostrar los trabajos que vaya
terminando.
De momento seguiré dándole forma al
blog. Me quedan páginas por terminar y me gustaría poner cuadros antiguos con
explicaciones. Todo a su tiempo.
Hoy os hablaré de la Serie
Silvialhena e iré mostrándoos sus cuadros.
SERIE SILVIALHENA
La
serie Silvialhena está formada por diversos cuadros donde se entremezclan el
mundo consciente e inconsciente, materia y espíritu, una representación del ser
más profundo que se expresa a través del amor y la vida, la creación, la magia
y el misterio. Pura energía espiritual sensible en movimiento.
Engloba
los óleos sobre la concepción y nacimiento de mi hijo Arán y otros cuadros como
“Vida” (versión de “Adán y Eva” y “Las tres edades de la mujer” de Gustav
Klimt), cuadro referente en mi propia vida.
La
serie “Doce Meses Doce Paisajes” está inspirada en paisajes de LaVall dels Alforins. Estoy muy agradecida de vivir
rodeada de tanta majestuosidad y hermosura y poder apreciarlos desde mi
ventana.
La
naturaleza me aporta mucha paz. Su contemplación, sumergirme en su esencia
divina, captar toda la belleza y color de cada detalle, ser testigo de su orden: puro, continuo.
Sus ciclos, donde cada elemento ocupa su
lugar en total armonía, siendo consciente de su función, de su perfecto anclaje
con el resto, único e imprescindible.
La
conexión con la naturaleza nos recuerda nuestro verdadero origen. Es parte
fundamental de mi pintura. Una auténtica maestra de vida.
Copos
de nieve,
geometría
sagrada perfecta,
belleza
intacta en estado puro,
manto
que lo cubre todo
en
apariencia inerte,
en
realidad manto de vida.
Y
en el deshielo,
alimento
continuo.
Gota
a gota va nutriendo y vivificando.
Bajo
él, la tierra dormita
gestando
nueva vida,
auténtico
magma de energía creativa.
Primeras
flores de almendro,
esperanza
de lo que vendrá,
alegría
de la proximidad de la primavera,
promesas
de amor en cada pétalo.
Citrones
blancos,
campanillas
rosas y lilas,
flores
amarillas y de infinitos colores
que
llenan la tierra de aromas.
Néctar
de fantasía e ilusión,
una
explosión de luz y de color,
un
verdadero arcoíris en la tierra.
La
pasión de vida está presente de forma veraz ante nuestros ojos.
No
hay duda de que ha llegado el resurgir,
el
florecer de la primavera y del amor.
Las
briznas del cereal van creciendo poco a poco
hasta
destacar por encima de las flores,
cubriendo
la tierra de hermosas praderas verdes
como
si fuera una suave manta donde recostarse a descansar.
Pronto
las espigas la transformarán en colores ocres y dorados
invitando
al esparcimiento,
al
sosiego tras el alboroto de la primavera.
¡Um!...Ese
olor de cereal segado
en
las noches de verano bajo las estrellas
me
transporta a recuerdos de la infancia.
¡Ay
de los impasibles y llamativos girasoles
a veces cabizbajos buscando a su anhelado sol!
Llega
la cosecha y los ricos frutos nos ofrecen sus mejores sabores.
El
viento sopla y se lleva todo lo que no necesitamos.
Es
tiempo de limpieza, de tirar lastres,
de
soltar lo viejo, lo caduco, lo que ya no sirve
para
poder de nuevo interiorizar, sanar y volver a ser.